La relación con los perros y el futuro que puede tener

Cada fenómeno se sitúa en una línea de tiempo, definiendo un antes y un después. Hay hechos que ocurrieron antes del fenómeno considerado y hechos que ocurren después. Por lo tanto, podemos pensar en los acontecimientos que tuvieron lugar antes como posibles «causas» del fenómeno y en los que tuvieron lugar después como «consecuencias». Todo esto puede aplicarse a cualquier fenómeno «X». Consideremos, por ejemplo, el fenómeno de la «extrañeza» y sustituyámoslo por «X». En efecto, hay muchas causas y muchas consecuencias. Este razonamiento, bastante evidente, podría servir para entender que si un fenómeno genera hechos desafortunados, problemáticos, perjudiciales, también es posible pensar en actuar no sólo directamente sobre las «consecuencias», tratando de remediarlas, sino también sobre las «causas», aunque sean tantas y tan complejas como las primeras.

Prevención y cooperación

¿Qué lleva a un perro a una perrera? ¿Qué podemos hacer para ayudarla? Estos son sólo ejemplos que desencadenan otros eventos, estrategias y cambios. Si nos dejamos llevar, los «fenómenos» a tener en cuenta pueden ser interminables. Creo que la cinofilia ha avanzado mucho, sobre todo en los últimos veinte años, pero quizás sobre todo en los efectos de los distintos fenómenos y poco en las causas. No digo que no se haya hecho nada en este sentido, sería injusto, pero quizás ha llegado el momento de profundizar en el compromiso sobre todo en el «antes», en la prevención de las causas que pueden generar fenómenos de consecuencias nefastas.

La vida en familia, de los pequeños cambios a los problemas

Si nos fijamos en el trabajo realizado por los profesionales del sector, como los adiestradores de perros, lo que vemos es que su trabajo se centra casi exclusivamente en las consecuencias de las decisiones erróneas tomadas por las personas, a las que intentan poner remedio. El hecho es que uno recurre a un educador cuando hay problemas con su perro, en general, y esto es normal. En este punto, la intervención del educador se dirige a resolver el problema para el que ha sido llamado. Sin embargo, a menudo el problema manifiesto, del que se queja, es sólo la punta del iceberg, tiene que ver con muchos aspectos de la vida del perro en la familia. Condiciones que dan lugar, de forma aparentemente indirecta, al problema. Por eso la intervención, en casi todos los casos, requiere la voluntad de la familia de realizar cambios en su comportamiento, en sus rutinas, de forma más o menos drástica.

Pueden ser desde pequeños cambios fácilmente digeribles hasta cambios radicales que alteren un modo de vida consolidado. Por supuesto, si realmente quieres ayudar a tu perro. Objetivamente, hay situaciones que no ofrecen muchas posibilidades de intervención, o que requieren cambios inaceptables para las personas, y esta situación no es infrecuente, especialmente cuando se trata de problemas de comportamiento. El hecho es que «esas» condiciones a menudo ya existían antes de que el perro llegara a la familia y habrían sido señales de alarma para un ojo experimentado. «Tal vez un perro de esas características (raza, tipo, antecedentes) no sea en absoluto adecuado en esta situación», o, «En este contexto (ubicación, características de la unidad familiar, hábitos cotidianos, etc.) sería muy difícil colocar un perro», son algunos ejemplos de consideraciones que podría desencadenar una valoración previa.

Cuando la elección se basa en la estética

A menudo, la gente no está informada sobre las características específicas de una raza, por ejemplo, y elige un perro por su aspecto, sin preguntarse sobre sus propensiones naturales. Entonces se enfrentan a situaciones muy problemáticas para ellos, pero que en realidad son características o comportamientos típicos de ese tipo de perro. El hecho de que un Beagle ladre con frecuencia, que mantenga el morro pegado al suelo y que si lo dejamos suelto en el parque sea muy difícil llamarlo, no son problemas para el perro, son problemas para las personas que no conocen las características de estos perros. Por otro lado, no debemos sorprendernos si nuestro pastor caucásico no es tan sociable con nuestros amigos cuando vienen a visitarnos a casa, no es cuestión de tomar clases de socialización, es que estos perros tienen esa forma de ver el mundo y durante miles de años ha habido una presión selectiva de los criadores precisamente para sacar esas características específicas. Por supuesto, cuando uno se da cuenta de que ha cometido un error, a veces no es posible remediarlo sin hacer cambios radicales de diversa índole.

Con frecuencia, un problema de este tipo tiene muy malas consecuencias, especialmente para el perro. Una de ellas es el traslado voluntario del perro a la perrera por parte de la familia. Por ejemplo, las perreras están llenas -de norte a sur- de bull terriers, Pitbulls, Amstaffs, Rottweilers, Dogo Argentino y Cani Corso. El número crece constantemente y la situación es cada vez más difícil para los centros que los acogen.

¿Por qué los perros de la familia acaban en las perreras?

¿Cómo se puede remediar este fenómeno? Por un lado, se está trabajando para rescatar y realojar a estos perros, y por otro, se debería hacer algo con respecto a las causas del fenómeno. ¿Pero qué? En muchos países, la cuestión se ha resuelto prohibiendo la cría y la «tenencia» de estos perros. En algunos casos, se ha decidido obligar a los propietarios a realizar un curso, una especie de licencia. Sí, se necesitan leyes… Entonces, después de tantos años, tengo que rendirme ante el hecho de que no hay manera de que el sentido común, el criterio y el sentido de la responsabilidad de las personas sean la forma de disminuir los efectos negativos de ciertos fenómenos…

Tomemos el ejemplo del entrenador de perros. ¿Y si la gente llamara a un profesional primero ¿llevar un perro con ellos? ¿Y si se indujera a la gente a informarse y asesorarse? ¡Utopía! ¡Imposible! ¿Y por qué deberían hacerlo? Todos somos capaces de «mantener» un perro, ¿no? Creo que una gran parte de los perros que acaban en las perreras están allí por estas creencias. Al fin y al cabo, los perros han convivido con los humanos durante 40.000 años, así que ¿qué sentido tiene? Sí, es cierto, pero no estos perros y no en un contexto como el nuestro. También es cierto que a mis colegas y a mí nos han pedido consejo preventivo, pero… aparte de que en treinta años de trabajo en este campo probablemente haya ocurrido unas pocas veces, y en algunos casos está claro que las decisiones de la gente ya están tomadas y la petición de consejo es más para confirmar la elección, o quizás para ajustar un poco las cosas. ¿Qué pasa si una familia que está a punto de adoptar/comprar un perro pide consejo y el profesional de turno le dice que tal vez no debería tener un perro? Como si nunca hubiera pasado…

La importancia de la prevención

¿Cómo podría ser el mundo canino del futuro? ¿Es posible pensar que en un futuro próximo la gente pedirá apoyo primero? ¿Es posible pensar en una tenencia de perros que funcione no tanto para resolver problemas, sino sobre todo para no crearlos? ¿Es posible pensar que todo esto nace de las necesidades de las personas y no debe ser impuesto desde arriba como una obligación legal?

En la actualidad hay una gran apuesta por la difusión cultural,  es un ejemplo, y además gracias a la tecnología la gente tiene un acceso más fácil a la información. Ahora, ciertamente tenemos los medios, debemos trabajar en la motivación. Mi lado más optimista me insta a creer que, con compromiso, esa utopía, un día no muy lejano, dejará de ser tan irreal… ¿Qué opinas?

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