Enseñar a tu perro a hacer sus necesidades fuera

¿Cómo entrenar a un perro para que haga sus necesidades fuera? Enseñar a tu cachorro a «gestionar» sus necesidades es sin duda uno de los aspectos más delicados de la convivencia: en esta primera fase, de hecho, tu perro debe acostumbrarse a orinar y defecar durante sus paseos diarios fuera de casa o, en casos particulares, en las zonas del entorno doméstico que le hayas reservado.

Para ello, es fundamental que el propietario conozca los mecanismos que regulan estos procesos fisiológicos, así como las señales con las que el cachorro expresa la necesidad de hacerlo. Un factor muy importante que hay que tener siempre en cuenta es la limitada capacidad de aguante de la vejiga y el intestino del cachorro: mientras que de adulto podrá aguantar un periodo de tiempo bastante largo (incluso de 10 a 12 horas), de bebé su resistencia rara vez superará las tres horas.

Hay ciertos momentos del día en los que el perro siente la necesidad de ir al baño: inmediatamente después de despertarse, después de comer y después de beber. Ciertos comportamientos, en este sentido, indican claramente la urgencia de la necesidad: el cachorro olfatea el suelo con insistencia, gira en círculos o gime sin motivo aparente.

Con estos datos, es muy fácil establecer los momentos en los que es conveniente llevar al cachorro a hacer las necesidades fuera, al lugar más adecuado para sus necesidades. Cuando el perro es muy pequeño, este lugar suele ser un travesaño situado en el balcón, en el jardín o en una zona de servicio de la casa: lo importante es elegir un lugar que no esté demasiado lejos de su caseta o zona de alimentación, para que el cachorro pueda llegar a tiempo.

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Enseñar a tu perro a hacer sus necesidades fuera

Cómo enseñar a tu perro a hacer sus necesidades fuera: el método correcto

Como en todos los aspectos de la educación de un perro, su aprendizaje es el resultado de un método «suave» cuyos pilares son la gradualidad, la paciencia y la constancia. El «refuerzo positivo», en particular, desempeña un importante papel de incentivo ya que, gracias al principio «lugar correcto-recompensa», acostumbra al perro a asociar la acción correcta con una reacción positiva. Según este principio, el perrito debe ser recompensado con una golosina cada vez que salga a hacer sus necesidades. Una larga sesión de juegos después del paseo será una recompensa adicional.

La actitud del dueño también es de gran importancia en este caso: tu perro debe darse cuenta inmediatamente de que te ha hecho feliz, así que dale luz verde a las exclamaciones de alegría, los cumplidos, las caricias y los mimos. Al sentirse mimado y elogiado, su perro tenderá a repetir la acción correcta y aprenderá a salir al exterior mucho más rápidamente a hacer sus necesidades fuera.

Cuando el perro es muy joven, su independencia a la hora de sujetar la comida es muy limitada: por eso, los primeros paseos deben ser muy frecuentes (cada tres o cuatro horas) y luego se reducen gradualmente a tres veces al día en la edad adulta.

En todos los casos la regularidad es esencial

El perro debe poder contar con paseos todos los días a horas precisas que le permitan regular sus funciones fisiológicas de la mejor manera posible.

Para ello, es muy útil organizar los paseos planificando que aprenda a hacer sus necesidades fuera. Trata de que coincidan con las horas de las comidas; además de proporcionarle un punto de referencia válido, este procedimiento le facilita las cosas porque le permite hacer sus necesidades cuando su cuerpo más lo requiere, es decir, después de comer y beber.

Por lo que respecta a la noche, el perro adulto es capaz de retener la orina y las heces hasta la mañana siguiente, por lo que, salvo en casos especiales, no siente la necesidad de salir a hacer sus necesidades.

La vejiga y los intestinos del cachorro, en cambio, tienen poca resistencia en este sentido: por eso puede ocurrir a menudo que el cachorro sienta la necesidad de orinar o defecar durante la noche.

Si este es el caso, es importante sacar al cachorro inmediatamente y recompensarlo con la golosina habitual, pero privarlo de algún «beneficio», como una sesión de juego a la vuelta o mimos, para ayudarle a distinguir entre el día y la noche. Si su cachorro siente a menudo la necesidad de orinar durante la noche, retirar el cuenco de agua por la noche puede ser una buena solución.

Errores a evitar

Todavía está muy extendida la creencia de que los modales «fuertes» dan a su perro una señal educativa inmediata con resultados duraderos. Así, cuando el cachorro se ensucia en el lugar equivocado, muchos propietarios adoptan un comportamiento agresivo que puede causar un trauma y tener el efecto contrario.

Veamos, en este sentido, cómo educar a un cachorro evitando los errores más comunes.

Empujar el hocico en el orinal

Este gesto, en contra de la creencia popular, no es vivido por el perro como un castigo, sino (increíble decirlo) casi como una recompensa. A los perros no les repugna el olor de sus propios excrementos, por lo que empujar a su perro a olerlos es casi como decirle que ha hecho lo correcto.

Azotes

Llevar al cachorro al lugar donde ha excretado y golpearlo, ya sea con la mano o con el anticuado sistema de periódicos enrollados, es totalmente contraproducente: el perro no entiende el verdadero motivo del castigo y acaba asociando el castigo con el mero hecho de haber orinado o defecado.

El resultado de este método es un perro inseguro y temeroso que se esfuerza por ocultar sus excrementos a su dueño. Muchos perros sólo excretan en ausencia de su dueño, otros eligen lugares escondidos en la casa y otros incluso se comen sus propias heces.

Reprimendas

Al igual que con los azotes, regañar a tu perro por ir al baño donde no debe no le ayuda a entender en qué se ha equivocado. El cachorro asociará la reprimenda con el acto en sí, o con la presencia del propietario, lo que se convertirá en una fuente de estrés y miedo para él.

Es mucho más útil amonestar al cachorro con un fuerte «¡no!», pero sólo si se le pilla en el mismo momento en que está ensuciando; inmediatamente después, hay que llevar al cachorro a la camilla o fuera de la casa, elogiándole y premiándole en cuanto haya terminado de hacer sus necesidades aquí. Esta es la única manera de enseñarle la diferencia entre el lugar correcto y el incorrecto.

Dejar al perro solo en casa durante demasiado tiempo

Mientras que un perro adulto puede pasar más de ocho horas sin orinar ni defecar, el tiempo de retención de un cachorro es todavía demasiado limitado: dejarle solo en casa durante todo un día y esperar no encontrar «sorpresas» cuando vuelva es prácticamente imposible. Por lo tanto, cuando el perro es pequeño, hay que organizarse para sacarlo al exterior o a su cama al menos cada tres horas.

Limpieza en su presencia

Para limpiar, es necesario agacharse hasta el suelo: este comportamiento siempre es interpretado por el pequeño como una invitación a jugar. Así, el perro no entenderá que ha causado una molestia; al contrario, pensará que ha proporcionado el incentivo para un nuevo juego.

Esto reforzará en él la creencia de que hacer caca o pis por la casa es una forma segura de hacer feliz a «su» humano. A continuación, hay que sacar al cachorro de la habitación para limpiarlo, siempre con cuidado de que no muestre reacciones hostiles hacia él.

Cómo adiestrar a un perro – Cuando ensuciar es un síntoma

Cuando el «ensuciamiento» es un síntoma.  A pesar de que el propietario aplique el procedimiento correcto, puede ocurrir que el perro, ya sea cachorro o adulto, siga orinando y defecando dentro de las paredes de la casa. Si este es el caso, habría que considerar si existe un problema físico o psicológico que impide al perro «salir» de casa.

La diabetes, por ejemplo, hace que el organismo del perro ingiera mucha agua y, por tanto, produzca una cantidad exagerada de orina: como resultado, el perro es incapaz de contenerse hasta que llega el momento de salir a la calle y ensucia donde sea. Si el problema son las heces, la causa suele ser una dieta demasiado rica en cereales o ingredientes a los que el perro ha desarrollado una intolerancia: estos alimentos alteran la flora intestinal, provocando inflamación y diarrea.

La cantidad de comida también tiene una gran influencia en la producción de heces. La reducción de la frecuencia de la ingesta de alimentos a dos comidas al día tiene un efecto regulador eficaz sobre la función intestinal, y puede controlar la producción de heces limitando la frecuencia de la evacuación. La ingesta de ciertos medicamentos también puede alterar la capacidad del perro para retener sus residuos. Por último, no hay que subestimar los factores psicológicos: un trauma, un castigo o una situación hostil pueden hacer que tu perro elija hacer sus necesidades en lugares poco visibles de la casa donde pueda sentirse seguro.

 

 

 

 

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