Los perros tienen una relación especial con la nieve, pero hay que tener cuidado de no subestimar sus peligros. Aquí están los 5 principales riesgos y 5 consejos a seguir.
La nieve es un escenario encantador también para nuestros perros. Es diferente de todos los entornos a los que están acostumbrados, y esto les anima a mirar, oler y descubrir lo que es nuevo para ellos. Las huellas impresas en la capa de nieve son como rastros que pueden investigar, y disfrutan hundiendo sus patas y hocicos en la suave espuma blanca. Pero hay algunas excepciones: no a todos los perros les gusta la sensación de frío bajo sus patas y prefieren volver a un entorno más cálido y acogedor. Por regla general, los perros pequeños y de pelo corto son más susceptibles al frío, al igual que los perros mayores, debido a la dificultad para moverse y al peligro de resbalar. Pero, le guste o no, siempre es mejor prestar atención a algunos aspectos y seguir unas sencillas pautas para asegurarse de pasar un rato agradable en la nieve y evitar el riesgo de enfermedades.
Los 5 riesgos que corre tu perro en la nieve
- Frío: jugar en la nieve es sin duda un pasatiempo divertido, pero obliga a tu perro a estar en contacto con el frío y la escarcha. Especialmente para los perros que están acostumbrados a vivir en el interior, al calor y quizás junto a una chimenea, el frío inusual de la nieve puede ser perjudicial para su salud. Igualmente peligrosos son los cambios de temperatura, que pueden provocar graves choques térmicos, especialmente cuando el calor del coche o de la casa es sustituido por la escarcha en el exterior y viceversa.
- Patas: Las puntas de los dedos debajo de las patas, también conocidas como almohadillas, son una de las zonas más sensibles de nuestro Bobi. Por ello, son propensos a la irritación, al rascado y a la infección. La sal y el anticongelante esparcidos por las carreteras nevadas también pueden ser un peligro para las delicadas patas de tu perro.
- Pelaje: Sobre todo en el caso de los perros con pelaje grueso, los restos de nieve, sal o cualquier otra cosa que pueda depositarse en la superficie nevada pueden quedar atrapados en la epidermis de nuestro perro. Es importante entender, dependiendo de la raza de nuestro Bobi, cómo cuidar el pelaje del perro.
- Problemas gastrointestinales y respiratorios: Sí, y a los perros les encanta oler, y a menudo ingerir, cualquier cosa. Incluso lo que parece repugnante a nuestros ojos y papilas gustativas puede ser una fuente de interés para ellos. La sal, otras anchoas anticongelantes y la suciedad de las suelas incrustadas en la nieve son algunas de las anchoas que son altamente tóxicas para nuestro perro y pueden causarle graves problemas gastrointestinales. Además, existe un grave peligro de que se traguen objetos y piezas pequeñas que puedan obstruir sus vías respiratorias.
- Pueden perderse: esto es especialmente cierto en espacios grandes, donde la nieve hace más difícil reconocer las huellas y el olor de su dueño. A pesar de que el sentido del olfato del perro está muy desarrollado, Bobi puede sentirse fácilmente perdido y perder su principal punto de referencia, su dueño.
5 consejos para hacer frente a la nieve
Una vez enumerados los riesgos que corre tu perro cuando chapotea alegremente en la nieve, te explicamos qué puedes hacer para que esta mágica experiencia sea menos «traumática» y cómo afrontar mejor el frío. Este consejo es necesario en lugares donde la nieve forma parte de la vida cotidiana.
- Protégelos del frío: en el mercado hay todo tipo de abrigos y accesorios contra el frío. Existe una amplia gama de abrigos protectores, pero hay que tener cuidado de elegir el tamaño adecuado para evitar que les dificulte el movimiento o que sea demasiado grande para cubrir todo el cuerpo. No hay que subestimar el material del abrigo: es mejor evitar los sintéticos, que protegen poco del frío y, al absorber la nieve, crean una capa u entre el tejido y la piel del perro. Es mejor elegir un abrigo que deje respirar la piel pero que también sea resistente a la nieve. Sin embargo, muchas personas no están de acuerdo con estos accesorios y prendas y siguen cuestionando si es correcto vestir a los perros en invierno.
- Proteger las zonas sensibles: Como ya se ha mencionado, la zona del cojín es especialmente sensible para nuestro amigo de cuatro patas. Además, en esta zona se produce sudor, que puede convertirse en hielo afilado al entrar en contacto con la nieve; además, las patas en contacto con la sal y otros anticongelantes pueden quemarse. Para proteger las almohadillas del frío, existen en el mercado diversas pomadas a base de vaselina, que protegen las yemas de los dedos de la nieve y el hielo, mientras que las pomadas de caléndula alivian las rojeces e irritaciones. Por supuesto, también hay zapatos para las patas de tu Bobi: sólo tienes que elegir los mejores y la talla adecuada. Cuando el sol se refleja en el pelaje blanco de la nieve, es igual de importante proteger los ojos, quizás utilizando gotas oculares calmantes a base de manzanilla.
- Cuidar el cabello: Si vives en una zona en la que la nieve es una característica de cada invierno y no un acontecimiento ocasional, tendrás que tomar medidas más «a largo plazo». Los pelos que se forman bajo las patas pueden atrapar pequeñas pero insidiosas bolas de nieve: será mejor esquilar los pelos bajo las patas para evitar que atrapen el hielo y el frío. También es conveniente cepillar el pelaje para eliminar los copos de nieve que quedan en la epidermis: no se recomienda duchar al perro. En invierno es conveniente saber con qué frecuencia hay que lavar al perro: ¡evita los lavados demasiado frecuentes! Reducen la capa de grasa natural que protege a nuestro perro del frío: por eso es mejor utilizar sólo un cepillo y un secador de pelo.
- Adaptarlo al frío: es mejor no pasar de ambientes muy calurosos a la nieve y viceversa. Sae prefiere un momento de «adaptación» para evitar el choque térmico. Antes de salir del coche con el aire acondicionado caliente, es mejor acostumbrar al perro a la baja temperatura.
- Vigilar al perro: siempre hay que vigilar al perro, no sólo para evitar el peligro de que se trague o inhale objetos y fragmentos dañinos, sino también para que no nos pierda la pista. La nieve debilita los olores y su perro puede sentirse fácilmente perdido en el entorno blanco.