consejos útiles y errores a evitar

Se acerca el fatídico encuentro: aquí tienes cómo presentar tu perro a tu gato y todos los errores que debes evitar. La buena convivencia se basa en la primera impresión.

Presentación del perro al gato

¿Es lo primero en lo que pensó cuando decidió acoger a un gatito y a Bobi en su casa? Bueno, la convivencia no tiene por qué ser necesariamente un diro. Algunas relaciones se basan en ignorar pacíficamente al otro y otras se basan incluso en amistades inesperadas. Pero todo empieza desde el principio, desde la primera impresión entre los dos animales cuando entran en la casa: ésta es la mejor manera de presentar el perro al gato.

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Perros y gatos

Cuando hay una nueva llegada, ya sea otro animal o un ser humano, el viejo amigo de cuatro patas que ya ocupaba su lugar en la casa se verá obligado a acoger al recién llegado. De hecho, este es el punto en cuestión: un animal que ha estado en el hogar durante años, manteniendo la atención y el afecto de sus dueños, sentirá su posición «amenazada» y tenderá a enfatizar su supremacía ante los que entren en el hogar después de él.

También dependerá mucho del tipo de animal que ya viva entre esas cuatro paredes: si se trata de un perro que tendrá que aceptar la presencia de un nuevo gatito, la convivencia puede ser más que posible; la situación cambiará si el «anfitrión» es un gatito que lleva años en casa. Sí, los gatos son animales independientes, pero les gusta ser el centro de atención. Todo es de su propiedad, incluyendo a sus dueños, por lo que será muy difícil que acepten un perro o cualquier otro ser vivo que ponga un pie en la casa. Toda mascota se siente dueña de la casa y siente que tiene que proteger el territorio y a todos los que viven en él. La solución no es rendirse, sino tener paciencia y dar tiempo a los animales para que se conozcan mejor y se «acepten».

Lo ideal es introducir dos cachorros en el hogar, un perro y un gato, de forma que sea nuevo para ambos y no dé lugar a ningún tipo de celos (al menos al principio). Se aceptarán mutuamente y aprenderán a convivir, sin tratar de dominar.

El principal problema entre perros y gatos

Para no caer en el tópico habitual que ve a los dos animales odiándose y sin posibilidad de coexistencia pacífica, veamos cómo debemos presentar al perro al gato y viceversa, posiblemente sin cometer errores. De hecho, una mala presentación puede dar sus frutos desde el principio: habrá celos, rabietas y peleas de fundos, que incluso pueden dejar a varias personas heridas. Por lo tanto, es aconsejable tener cuidado al introducir un animal en el hogar si ya hay otro. En realidad, se trata de un problema de comunicación: las dos especies utilizan un lenguaje corporal muy diferente y, por tanto, no pueden entenderse muy bien (Lea aquí: Lenguaje corporal del gato: esto es lo que puede comunicar).

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Cómo presentar su perro a su gato: los pasos a seguir

Presentación del perro al gato

Hemos decidido que ha llegado el momento de hacer las presentaciones: ¡muy bien! Pero también hay que saber «aprovechar» el momento adecuado. De hecho, es una buena idea aprovechar cuando ambos animales están tranquilos, serenos y no muestran signos de estrés. Tal vez evite hacer presentaciones cuando uno de ellos acaba de sufrir un trauma o está nervioso por un viaje, una mudanza o la llegada de un recién nacido al mismo tiempo (Lea aquí: Mudanza con su perro: las reglas de oro para un cambio de casa sin estrés). En definitiva, evita las situaciones de estrés porque el encuentro con el otro animal sólo puede empeorar la situación (Lee aquí: ).

  • Centrarse en el cansancio: puede parecer extraño, pero es importante que tanto el perro como el gato estén bastante cansados cuando se encuentren por primera vez. Si ambos ya han «desahogado» sus instintos depredadores y han gastado su energía en carreras y largos paseos, estarán demasiado «cansados» para luchar.
  • La presentación del gato en el hogar: puede parecer indiferente pero no lo es. Un gato se adapta mal a los entornos desconocidos, por lo que conocer a su nuevo compañero de casa en una situación desconocida es una fuente adicional de estrés.
  • Haz que se huelan mutuamente: sabemos lo importantes que son los sentidos de ambos animales porque están muy desarrollados (Lee aquí: Perro y gato: quién gana el reto de los sentidos). Los dos animales también tendrán que conocerse «por el olfato». Así que, siempre bajo nuestra atenta supervisión, acerquémoslos y conozcámoslos olfateando. Una buena idea es también acariciar a uno y colocar las manos bajo la nariz del otro, para crear esta relación de forma indirecta.
  • Espacios separados: Cada uno de ellos debe tener siempre su propio rincón donde refugiarse y donde sentirse el amo absoluto. No damos por sentado que un gato, o un perro, acepten compartir con el otro las habitaciones que antes eran sólo suyas. Es una cuestión de intimidad, pero también de conocerse a distancia: podríamos utilizar separadores (incluso de plexiglás transparente) para que los dos se vean y sepan que el otro está ahí pero no «invade» su territorio.
  • Objetos diferentes: ¡nunca pienses en utilizar el mismo juguete para ambos! Desde la perrera hasta el transportín, pasando por los objetos, todo debe ser doble, ya que ninguno de ellos debe pensar que el otro lo ha tocado. En la práctica, hay que evitar crear oportunidades para las discusiones y los enfrentamientos, igual que haríamos con dos niños.

Lenguaje corporal de perros y gatos: en qué hay que fijarse

Reunión

Si es cierto que los dos animales tienen lenguajes corporales diferentes, es igualmente cierto que nosotros, como propietarios, debemos ser buenos para entenderlos. De hecho, si notamos signos de ia y estrés por parte de uno de ellos o de ambos (Lee aquí: Factores de estrés en los gatos: 8 cosas que no te esperas), posponemos las presentaciones y las alejamos enormemente.

Por ejemplo, si las orejas del felino apuntan hacia atrás y se mueve bruscamente, llevémoslo lejos. Del mismo modo, el perro puede quedarse congelado y mirar fijamente al adversario: ¡esto no es en absoluto una buena señal! Los dos también pueden parecer incómodos porque no tienen ningún deseo de conocerse en ese momento, como cuando el perro se lame el hocico o bosteza. Es importante no precipitarse: pueden pasar días o meses, pero nuestra paciencia en la espera dará sus frutos.
Si el problema de convivencia no parece resolverse, es aconsejable contactar con un cuidador de perros o mascotas, que podrá educar a los dos para que se acepten mutuamente de la mejor manera posible.

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