de guardián del inframundo a guardián de las almas

Tótems, horóscopos, símbolos alquímicos o mitos. Un universo de conocimiento arcaico en el que estas criaturas siempre han fascinado al hombre: seres y almas que han jugado el papel de guías y colaboradores a nuestro lado. En esta dimensión mitológica, el perro siempre ha ocupado un lugar especial, también porque durante más de 30.000 años ha compartido la vida cotidiana del hombre, convirtiéndose en su mejor amigo.

Como símbolo de poder o divinidad, el perro está considerado en la mitología como el animal superior que acompaña a las almas en el más allá: desde el perro guardián del reino de los muertos, hasta el mensajero del reino de los espíritus y guía.

Algunas variantes han atribuido a este papel el símbolo del perro. Anubis, la deidad de los muertos, guiaba a las almas con una cabeza de perro en el reino egipcio.
También en Grecia, Cerbero era el perro de tres cabezas que custodiaba las puertas del infierno. Trasladándonos a otro continente, en el pueblo indio americano de los sioux, Hypo era llamado«el perro del inframundo» y el coyote«el perro que ríe«.

Garm, para los germanos era el guardián del Nieflheim, el llamado «país de las nieblas», el reino del hielo y del frío.

Por último, en la tradición de los pueblos mes, Xolotl es el dios en forma de perro amarillo que acompaña al sol en su recorrido por la tierra para protegerlo durante la noche.

Perro guía de almas

Desde un punto de vista simbólico, en las creencias celtas el perro se considera un animal valiente. Así que para los celtas, decir que se es un perro era destacar la destreza de una persona.

El perro es el mejor amigo del hombre. Su lealtad lo lleva a lo más alto. Y las culturas antiguas ya lo habían entendido. Y así, en los antiguos egipcios, Anubis estaba al lado de la mañana en el momento del juicio cuando se pesaba el alma de una persona.

En Guatemala, el perro de un detenido fue utilizado para que pudiera acompañar a su dueño en el más allá. En muchas tumbas también se han encontrado figurillas de perros, colocadas en las cuatro esquinas del sarcófago o de la cámara funeraria. Incluso hoy en día, esto sigue siendo una tradición perenne.

En algunas épocas orientales, los muertos y moribundos eran confiados a perros para que los vigilaran y guiaran al paraíso. En la antigua religión de Persia, el perro es el animal de Ahura Mazda y tenía la función de ahuyentar a los espíritus negativos. El perro era a la vez un espíritu protector y bueno.

El perro como mensajero del más allá

El tema de las capacidades extrasensoriales de los animales que perciben presencias fantasmales y premonitorias se ha tratado en varias ocasiones. Tanto es así que siempre se ha hablado de la posibilidad de comunicación telepática con los animales. Frecuencias, energías sutiles, dimensiones en las que sintonizamos con otros tipos de vibraciones. Para muchas personas, éste podría ser el lenguaje de un «chamán», mientras que en los últimos años la propia ciencia ha hablado de ello. La propia película Avatar fue un ejemplo extraordinario de este tipo de comunicación con los elementos que forman parte de la naturaleza, podríamos aventurarnos a decir del conjunto del que el propio hombre forma parte.

Este mito o rareza del perro fue comprendido por algunas civilizaciones antiguas para las que el perro era el mensajero entre el más allá y el mundo de los vivos. En África, en la etnia bantú, el perro es el que lleva los mensajes de los muertos a los brujos en trance, como en el Zaire o en algunas etnias de Sudán, donde los perros eran utilizados para enviar un mensaje a los muertos. Una costumbre también presente entre los iroqueses de América del Norte.

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