Una gran cantidad de investigaciones realizadas en los últimos años han demostrado el poder curativo de una mascota en una familia. En particular, los perros ayudan a crear una armonía poco común, como en el caso de los niños con autismo, que han demostrado mejorar emocional y cognitivamente. También se ha comprobado que experimentos similares reducen el estrés de los estudiantes universitarios durante las secciones de exámenes.
Sin embargo, una multitud de cualidades se basan en el respeto al animal, lo que supone un compromiso durante un largo periodo de tiempo y también implica algunas i que no deben subestimarse. En realidad, al entrar en contacto con un perro se descubre un nuevo tipo de comunicación y se crea una relación con un ser vivo que tiene sus propias necesidades especiales pero que mostrará afecto y gratitud. No todas las personas están preparadas para acoger a un animal en su casa, y así lo demuestra el elevado número de abandonos. Por eso, al hablar de las bondades de los perros, es importante hacer esta premisa: que el animal no es un juguete, sino un ser vivo con el que se puede interactuar y cuidar durante toda su vida, respetando su naturaleza y sus sentimientos.
Numerosos estudios científicos han demostrado no sólo lo bueno que es el perro, sino también que la relación humano-perro es un intercambio de confianza que mejora el bienestar de la persona. En los últimos años se ha hablado mucho de humanizar los sentimientos de los animales, quizás malinterpretándolos y saliéndose del tema. En otras palabras, el animal asume el papel de confidente no en el sentido antropológico del término, sino desde un punto de vista psíquico y sensorial, intuitivo e instintivo, al que podemos acudir para buscar esa experiencia que va más allá de una realidad que podríamos definir como demasiado materialista y antropocéntrica. San Francisco hablaba con los animales.
En la revista Pology Today, el conocido conductista y científico canino Stanley Coren citó dos estudios.
Un primer estudio realizado por la Universidad de Cambridge analizó la relación entre perros y el desarrollo alar y emocional de los mismos. La investigación descubrió que los niños que han sufrido un trauma, como un duelo, el divorcio de sus padres o una enfermedad grave, son más propensos a formar un vínculo profundo con su perro: «Y esto ocurre incluso cuando tienen edad suficiente para ser conscientes de que el perro no les entiende», subrayó Coren.
En cuanto a las relaciones con los adultos, una investigación realizada en la Universidad de Lincoln analizó una muestra de 306 adultos, entre ellos 232 mujeres y 74 hombres de raza negra que mantenían una relación con un perro, para comprobar si las personas confiaban más en el animal o en su acompañante.
Según los resultados, las mujeres eran más propensas a recurrir a su mascota en situaciones de angustia, mientras que expresaban más ansiedad y miedo a sus compañeros. Estas distinciones no se encontraban en los hombres.
Los investigadores concluyeron, por tanto, que tanto en los niños como en los adultos los perros desempeñan un papel importante en la esfera emocional. Sin embargo, es importante recordar que el paso emocional debe ser apoyado por el siguiente paso, que lleva a la construcción de un sentimiento, y tal vez los compañeros de cuatro patas tienen precisamente el papel de intermediario y guía, ayudando al ser humano a perforar sus sentimientos, calmándolo en los momentos de malestar o de oleadas emocionales.