¿Su perro tiene miedo y usted no sabe cómo reaccionar? A continuación te ofrecemos una serie de consejos útiles para calmar la ansiedad de tu perro
En contra de lo que podría pensarse, los expertos en etología creen que el miedo de un perro es un factor muy útil para su conservación. El miedo a algo hace que el animal evite el peligro y no se «meta en líos». Basta una sola experiencia para darse cuenta de que es mejor no repetirla. Los seres humanos también afrontamos este sentimiento de forma diferente a los demás, pero no debemos discriminar a los que sufren más. Por eso es importante no menospreciar los sentimientos de nuestro amigo de cuatro patas, sino consolarle y ayudarle a superar sus miedos.
Pero, ¿cuáles son las señales que nos indican cuándo un perro tiene miedo? Lo primero y más importante es la aceleración de los latidos del corazón, la dilatación de las pupilas y la falta de aliento; los músculos de algunas razas se agarrotan para estar listos para atacar, mientras que en otras permanecen inmovilizados por el miedo. Algunos reaccionarán al miedo gruñendo ferozmente, otros se alejarán corriendo de la fuente de peligro, con un gran gasto de adrenalina. Químicamente, las feromonas producirán una sudoración excesiva en las zonas plantar y perianal.
Es importante no subestimar el momento crítico que vive nuestro perro: necesita nuestra ayuda. ¿Cómo puede conseguir que supere estos miedos? En realidad, no hay una respuesta única a esta pregunta: es fundamental reconocer su estado de ansiedad y no obligarle a acercarse o a vivir repetidamente la experiencia traumática. No hay que obligarle a hacer lo que no quiere: esto podría provocar efectos diádicos. Jugar o acercarse a la fuente de «peligro» puede inducirle a imitar nuestro comportamiento y a ganar confianza poco a poco, ¡pero hay que respetar su tiempo! En los casos más graves, cuando el estado emocional del perro es incapaz de recuperar el equilibrio tras el susto, es conveniente consultar al veterinario para que le dé cinales para reducir la ansiedad.
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No se trata de un perro que tiene que aprender a montar en bicicleta y tiene miedo a los reyes: la ansiedad de un perro no se puede resolver «acercándose» constantemente al peligro. Por el contrario, en cierto sentido hay que satisfacer sus necesidades, ofreciéndole el cobijo y la protección que busca. Ante todo, nuestra actitud debe hacerle sentir protegido y a salvo del peligro: no escatimamos en caricias y mimos cuando nuestro Bobi está aterrorizado. Después de todo, ¿quién mejor que su dueño para calmarlo? Somos su «puerto de escala» donde querrá encontrar refugio.
Es igualmente útil preparar una especie de escondite para él, donde pueda esconderse cada vez que se asuste. O, si el peligro que siente viene del exterior, es mejor cerrar las ventanas, oscurecer los cristales con cortinas y elegir horarios más tranquilos para su paseo diario. Cabe decir una vez más que el juego puede ser fundamental para el perro, que reforzará la relación con su dueño y lo identificará como punto de referencia. Si, por ejemplo, nuestro amigo de cuatro patas ve a su dueño acercarse a la orilla del agua, es posible que poco a poco se arme de valor y se acerque a su vez.
Si estas medidas no son suficientes, lo mejor es buscar el consejo de un veterinario o de un adiestrador de perros. Podrán aconsejarle sobre cómo afrontar la situación y hacer más fácil la vida de su perro.