Hace años que un perro callejero de Noika fue enviado al espacio en la nave espacial rusa Sputnik 2. Fue el 3 de noviembre de 1957 cuando el dulce perrito fue enviado para su investigación. En ese momento, Laika se convirtió en una heroína. Sin embargo, no fue hasta años después, en 2002, cuando se conoció la verdad. De hecho, los científicos y el gobierno ruso, con fines puramente propagandísticos, afirmaron que Laika sobrevivió durante una semana en el interior de la nave, que tuvo mucho que comer y beber y que murió sin sufrir. Pero los hechos eran diferentes. Ese perro callejero, sacado sólo un mes antes de la perrera, que no había sido entrenado y mucho menos aseado para la misión, murió después de sólo siete horas en el calor del transbordador espacial y por ataques de pánico.
A diferencia de Estados Unidos, que siempre ha preferido enviar monos al espacio, los investigadores de la antigua Unión Soviética se centraron en los perros. De hecho, era más fácil entrenarlos, ya que creaban una relación empática y de confianza con los humanos, en los que siempre confiaban.
Los ingenieros espaciales siguieron utilizando perros. Los perros se tomaron de las perreras y se eligieron en función de su estado de salud. Otro lanzamiento tuvo lugar en agosto de 1960 con dos perros Belka y Strelka acompañados de dos ratas, un conejo, moscas y árboles frutales.
Todos los perros sobrevivieron a los lanzamientos secos. Sin embargo, después de la cuarta vez, Balka empezó a sufrir dolores de estómago y vomitó. Algunos historiadores recuerdan que durante la órbita los animales estaban tranquilos y sin estrés.
La pareja Belka y Strelka se hizo internacionalmente famosa, y se imprimieron postales y sellos con sus imágenes. En 1961, la conquista espacial culminó con Yuri Gagarin, que se convirtió en el primer hombre en orbitar el espacio.
ndicando el mito de Belka y Strelka, el historiador Andrew Hager recuerda que la pareja de perros espaciales tuvo una camada. Durante una reunión en Viena entre el presidente estadounidense John F. Kennedy y el primer ministro soviético Jruschov durante una cena, parece que Jackie Kennedy empezó a hablar de los perros espaciales de los rusos, preguntando por los cachorros de la pareja, Belka y Strelka, y preguntando si podía tener uno de los cachorros. «Unas semanas después, un perrito llegó a la Casa Blanca con un pasaporte ruso. Tras ser revisado por los agentes del FBI, el perro llamado Pushinka se convirtió en el perro de la pareja presidencial. Aunque Kennedy era alérgico, el perro fue recibido con cariño por sus hijos y se convirtió en un miembro de la familia presidencial, a la que se sumó un perro ndo llamado Charlie», dice Hager, señalando cómo Pushnika fue un regalo importante desde el punto de vista de las relaciones diplomáticas durante el periodo de la Guerra Fría.
«Me gusta pensar en Pushinka como una parte importante del proceso de desarme nuclear», admitió el historiador en una entrevista con la BBC.
Cuando Kennedy murió en 1963, el perro se quedó con el jardinero de la Casa Blanca y tuvo una camada. El historiador Hager ha intentado encontrar a los descendientes de Pushnika, pero hasta ahora ha sido imposible: «Estoy seguro de que hay descendientes de perros rusos aquí en Estados Unidos», afirma el académico.