Depresión en perros: síntomas, causas y reDi – 2 de octubre de 2019
¿Su perro está triste? Puede estar sufriendo una depresión. A continuación se explica cómo traducir todas las señales que nos envía y cómo tratarlas en efce.
Juguetón, alegre y siempre con ganas de que le den mimos: eso es lo que todos pensamos de un perro. Pero hay veces que incluso nuestro amigo Bobi prefiere quedarse al margen, con aspecto cansado y triste y con dos grandes ojos mirándote melancólicamente. Si este periodo se prolonga, su perro puede sufrir una depresión. Las causas pueden ser variadas, pero es imprescindible entenderlas para descubrir una solución adecuada al problemas. Estos son los síntomas de un perro deprimido y cómo ayudarle a sentirse bien de nuevo.
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Depresión: el perro couomo
Al igual que su dueño y cualquier otro humano, nuestro querido amigo de cuatro patas puede sufrir depresión. Por lo general, es el resultado de un cambio importante, al que el animal tiene dificultades para adaptarse: quizás porque todavía es pronto y no ha tenido tiempo de aceptar la novedad. La revolución que se produce a su alrededor tiene como consecuencia la de su actitud y de su estado p-fi. Esto, junto con otros síntomas, define la depresión del animal, que no es tan diferente de la de los humanos, que pueden estar apáticos y melancólicos por una gran variedad de razones, a menudo relacionadas con traumas y cambios importantes en sus vidas. El perro tiene sentimientos, a menudo difíciles de descifrar pero no imposibles. Al igual que en el caso de los humanos, comprender los primeros signos de la depresión canina es el primer paso fundamental para encontrar una cura para la enfermedad mental de Bobi.
La depresión en los perros: los síntomas más evidentes
Un propietario sabe cuando su perro es diferente, al igual que uno bueno, y se da cuenta de que su hijo «ya no es el mismo». Y se da cuenta de ello observándolo atentamente y sin perder de vista todas las señales más o menos evidentes que el perro le envía indirectamente. Al principio se podría pensar que es un capricho de Bobi, que está acostumbrado a ser siempre el centro de atención y se ve marginado y se ofende; otras veces, sin embargo, su estado de p-fi es tan comprometido que es impensable que sólo pueda ser un momento de tristeza. Estas son las señales a las que hay que prestar atención antes de que el problemas degenere en irriabilidad.
Signos de comportamiento
No lo celebra: No creas que si por una vez el perro no viene a saludarnos a la puerta cuando volvemos, riéndose o moviendo la cabeza, se va a deprimir. Puede que simplemente se haya distraído con alguien o con un juego. Pero si el episodio se repite a menudo y notamos cierta apatía general en él, entonces debemos alarmarnos.
- Evitar la confusión: al perro le encanta ser el centro de atención y cuantas más personas haya en la casa, mayor será la oportunidad de ser «la estrella de la noche». Sin embargo, el perro puede escabullirse y escapar de estas reuniones humanas acurrucándose en un rincón y quizás durmiendo.
- Le sigue a todas partes: Sí, y al perro le encanta estar con su amo, pero en caso de depresión, puede seguirle sin mostrar ningún deseo de jugar. Al mismo tiempo, no responde a los estímulos que provienen de su humano, precisamente porque la condición en la que se encuentra le impide interactuar con la misma vitalidad habitual.
- Inactividad: suele ser el dueño quien se esfuerza por correr detrás del perro. Así que si lo llevamos a un espacio exterior donde por fin puede correr, saltar, perseguir la pelota y traérnosla, pero no lo hace, hay algo de problemas. Por el contrario, puede acostarse a los pies de su amo con la cabeza baja.
- Deambular sin rumbo: en el exterior, pero más a menudo en la casa, el perro parece incapaz de encontrar su lugar y deambula de una habitación a otra, como si buscara (infructuosamente) algo que nunca encontrará.
- Letargo: Los perros deprimidos suelen dormir mucho más tiempo que los demás, sobre todo si están solos en casa. Aunque alguien les despierte, permanecen inactivos y no están tan alerta como de costumbre.
- Inapetencia o hambre exagerada: en ambos casos se pueden leer signos de depresión. Algunos perros se niegan a comer la comida que normalmente les gusta, mientras que otros pueden encontrar consuelo en ella (como fumar, etc.).
- Violencia destructiva: si en casa son destructivos y agresivos con las personas, los animales y el mobiliario, pueden estar deprimidos. Si notas que «juega» nerviosamente con cojines, muebles, cortinas y enseres, destruyéndolos, es posible que tenga mucha energía reprimida que liberar. La misma táctica puede utilizarse si ataca, gruñe y muerde a los humanos, incluido el propietario.
Signos corporales
- La mirada: apagada, triste y sin respuesta. Esta es la mirada del perro deprimido: sus ojos son más pequeños y se niegan a abrirse para ver mejor su entorno. Ni siquiera el propietario puede despertarlos de este estado de letargo. Por supuesto, no hay que tener en cuenta a los perros con párpados caídos que, por sus propias conclusiones, tienen normalmente los ojos medio cerrados.
- Las orejas, planas o inclinadas hacia atrás, suelen significar que nada de lo que las rodea es interesante. De hecho, cuando un perro sano oye el timbre o percibe la presencia de su dueño con sólo oír sus pasos, ¡agudiza las orejas!
- Cabeza abajo: No sólo en la posición de perrera, sino también cuando están de pie, los perros deprimidos tienen la cabeza abajo. Cuando están abatidos, suelen esconder la cabeza entre las patas o apoyar la barbilla en el suelo.
- El pelo: El estrés provocado por la depresión también puede hacer que el perro pierda el pelo. Probemos algo: pasamos la mano por el pelaje del perro y vemos si quedan mechones de pelo, o nos fijamos en si quedan restos de pelo en el suelo.
- El : está flácido, sin vida y apenas se mueve, incluso si se estimula al perro para que interactúe. Además, un perro deprimido también puede lamerse o morderse las patas nerviosamente, como si quisiera consolarse o desahogar sus ansiedades.
Depresión en los perros: causas
Entender lo que ha desencadenado la depresión del perro es de fundamental importancia para comprender cómo actuar: es una causa especial la que ha llevado al perro a esta condición o tratar de eliminar el problemas (cuando sea posible) o tratar de acostumbrarlo. Sin duda, algo ha afectado a su estado de ánimo hasta el punto de alterar su equilibrio p-fi: a menudo son cambios que los humanos no tenemos en cuenta, pero que alteran profundamente el alma canina. He aquí una breve lista de lo que podría haber desencadenado la depresión:
Mudanza,
cambios importantes en la casa (renovación de espacios),
poco tiempo para pasar con el propietario,
trauma o episodio perturbador,
enfermedad o embarazo histérico,
llegada de un bebé o de un nuevo animal a la casa,
falta de atención para el perro,
pérdida de un compañero (humano o animal),
adopción en una nueva familia.
Una vez comprendida la causa subyacente, hay que pensar en cómo resolver el problemas. Si necesitamos ayuda, hay veterinarios y etólogos experimentados que sin duda pueden aconsejarnos sobre qué hacer, en primer lugar descartando la presencia de cualquier patología latente. En casos extremos, también pueden recomendar un tratamiento farmacológico, como el Prozac, para administrárselo al perro, pero siempre con receta médica.
Depresión en perros: cómo intervenir
Puede parecer trivial decirlo, la mejor cura para un perro deprimido es una calidad del tiempo que pasa con sudueño.
- Tiempo con él: Reservamos más tiempo para jugar con él, salir a pasear juntos y también en las actividades domésticas, como ver la televisión, buscamos un contacto más directo con el perro. Sentémonos a su lado y aprovechemos para acariciarle y hacerle sentir nuestra presencia.
- Multipliquemos las oportunidades de conocer a su perro, quizás llevándolo al parque o a una guardería canina.
- Menos regañinas y más refuerzos: recompensar siempre los comportamientos positivos, quizás mostrando nuestra satisfacción con un abrazo extra o su bocadillo favorito.
- Déjale comer en paz: sin insistir en su falta de apetito, deja el cuenco en el suelo e ignóralo hasta que deje de comer por sí mismo. Y sólo cuando haya tragado el primer bocado debemos felicitarle.
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