Aunque antes de adoptar un segundo perro hayamos tenido en cuenta todos los aspectos, quizá bajo la supervisión de un adiestrador canino, podemos estar seguros de que cuando cruce el umbral de la casa nos abrumarán una serie de dudas. Entonces será útil tener algunas referencias para no perderse en las incertidumbres. La llegada de un segundo perro no requiere necesariamente una ampliación de los espacios, pero es importante que éstos se organicen de forma funcional.
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La organización del espacio: de la perrera a los cuencos
Debemos saber, por ejemplo, que para un perro la perrera es el primer y más importante lugar de seguridad en un nuevo entorno. Por lo tanto, si nuestro primer perro quiere intimidarnos y demostrar su estatus ocupando la cama de su nuevo compañero, debemos ser capaces de detenerlo y dirigirlo a la suya, preferiblemente en la misma habitación. Si haces que tu perro duerma en la cama o en el sofá, no será el momento de cambiar este hábito. Del mismo modo, no es necesario extender el privilegio al segundo perro inmediatamente. Por el contrario, mantener inicialmente una diferencia en la gestión es el punto de partida en torno al cual organizar la nueva inclusión. Este enfoque sólo será eficaz si no te sientes culpable por ponerlo en práctica y no crees que estás creando celos. En las primeras semanas de convivencia, es aconsejable disponer de cuencos de agua en varios lugares de la casa. Un perro que entra en un nuevo entorno doméstico, especialmente un perro adulto procedente de una perrera, estará inicialmente agitado. Esta condición psicológica requiere fisiológicamente la hidratación. Desde el punto de vista del comportamiento, el agua es un recurso con el que el perro tiende a calmarse. Por el contrario, evitamos dejar comida en los cuencos. El recurso alimenticio puede desencadenar fácilmente la competencia y el conflicto entre los perros.
La importancia de evitar las peleas en los primeros días: la comida
Evitar las peleas en los primeros días de convivencia es muy importante para que la relación empiece con buen pie. No será necesario alimentar a los perros a distintas horas y en distintos lugares. Por el contrario, dar la comida a la misma hora y en la misma sala, aunque sea en lugares distantes, permite construir las bases de la vida en grupo. En el primer período, hasta que se logre un equilibrio, debemos estar presentes en las comidas. Tendremos que mediar físicamente interponiéndonos y deteniendo con adecuación comunicativa al perro que habrá terminado de comer primero y que querrá ir al cuenco del otro. De este modo, enseñaremos a ambos a respetar las distancias y los espacios en presencia de recursos. Actuar como garantes del respeto de estas normas tendrá la doble función de permitir que el nuevo perro entienda nuestro papel de líder y que el que ya vive con nosotros se sienta protegido de las intrusiones de la nueva presencia.
Cómo jugar juntos: evitar situaciones de competencia
Los juegos son diferentes. No empecemos a jugar con pelotas o al tira y afloja en la casa de inmediato. El movimiento, la agitación y la presencia de objetos de juego aumentan la posibilidad de una pelea. Lo más sensato, por tanto, es jugar en el exterior, donde se pueden distribuir los recursos de juego en el espacio. El guión a interpretar a la hora de introducir un segundo perro en nuestra familia debe basarse en dos pistas: evitar situaciones competitivas que evoquen la confrontación y gestionar correctamente nuestras atenciones hacia los perros. En primer lugar, no debemos alterar los hábitos de nuestro primer perro quitándole los privilegios que solía disfrutar (por ejemplo, dormir en la cama y en el sofá).
¿Si se introduce un cachorro en la casa?
Si se trae un cachorro, no debemos inhibir al adulto de expresar señales de parada o amenaza. Si gruñe porque no quiere estar demasiado cerca o no le deja acercarse a ciertos recursos, no debemos reñirle, sino vigilar la situación y asegurarnos de que está equilibrada. Debemos intervenir si el comportamiento social es injustificado y excesivamente nervioso. Para evitar verse abrumado de repente por una complejidad de variables, especialmente si estamos introduciendo a un adulto, sería importante introducir primero a los perros varias veces en un entorno exterior neutral. Este enfoque gradual nos permitirá evitar el impacto negativo de la nueva llegada en el sistema familiar ya establecido. Sin embargo, si se producen conflictos de gran intensidad, es esencial no dejarse llevar por el pánico. En su lugar, debemos contactar inmediatamente con un adiestrador de perros o con un veterinario experto en comportamiento que pueda darnos consejos útiles y profesionales para que la situación sea segura y para que la inserción se restablezca de forma correcta.