Gerardo Rossomando es un veterinario de Torvaianica, en la provincia de Roma, conocido y querido por muchos propietarios de animales por la ayuda que ofrece siempre a cualquier peludo sin dueño que necesite cuidados. El reino de los animales es muy amplio: los hay que ganan dinero y los que se despojan de todo para ayudar a un pequeño ser en peligro. Esta es la línea adoptada por Rossomando y muchos otros veterinarios que no pueden hacer como si no pasara nada y, cuando ven llegar a un voluntario con un expósito, ejercen su profesión. Es decir, ayudar a los animales.
Para compartir la realidad de muchos ejemplares que viven el horror y el sufrimiento del abandono cada día, el joven veterinario romano ha escrito un libro titulado «Ernesto el descarriado», publicado en 2017, que se puede encontrar tanto en papel como en línea.
La crítica es muy buena y subraya la pasión con la que Rossomando se dedica a los animales. Sin embargo, el veterinario quería contar otra visión. No la de las personas que siempre se dedican a rescatar animales peludos, sino la experiencia de estas pobres criaturas que, de un día para otro, se encuentran viviendo en la calle, perdiendo su título de «perro de casa» para convertirse en «callejero».
Un cuento sentimental con el que descubrir los sentimientos de un perro: desde el dolor del abandono, a la soledad, los peligros de la calle, la decepción y el sentimiento de traición de quienes le cuidan. La veterinaria Torvaianica ofrece una reflexión a través de la cual no sólo podemos aprender a respetar a estas criaturas que cualquiera puede encontrar en la calle y ayudar. Rossomando pone de relieve las paradojas de un ema y, al mismo tiempo, indica la forma en que nuestros compañeros de cuatro patas consiguen superar los traumas.
Una mera vida a través de la superación de obstáculos: un camino difle sólo a través del cual se puede descubrir la verdadera libertad. Aquello que los que abandonan nunca conocerán.
«Esta historia está dedicada a todos aquellos, animales o personas, que en algún momento de su vida se sienten abandonados, que sienten que han perdido sus fuerzas, sus puntos de referencia. A veces puede ocurrir que hasta nuestro propio ego flaquee y en ese momento surjan de la nada millones de preguntas que no siempre sabemos responder. ¡Pero Ernesto sí! Ernesto lo ha conseguido, ha logrado responder a todas las preguntas y ganar el superpremio definitivo: la autoconciencia», escribe Rossomando en el prólogo.
Pero Ernesto, que lo hizo y fue adoptado por el mismo veterinario que lo cuidó, quiere convertirse en un símbolo que ayude a muchos otros animales.
De hecho, la recaudación de la venta del oso se destinará a crear un lugar en el que se pueda tratar y cuidar a animales con enfermedades graves como ceguera, leishmaniasis, paraplejia o problemas neurológicos. Un proyecto ambicioso será establecer acuerdos con escuelas de veterinaria chinas e instituciones similares, que podrán utilizar el centro como centro de formación.
Para ello, el joven veterinario ha identificado terrenos de propiedad estatal en Pomezia-Ardea, que solicitará a los ayuntamientos afectados que los utilicen gratuitamente.
Para más información , pinche en la página de la Faok de Ernesto il Randagio.